El fotógrafo villafranquino Robés
LEON / EXPOSICION FOTOGRAFICA
La sala Provincia del Instituto Leonés de Cultura la inauguración de 'La tumba de Keats'
http://elmundo-lacronica.com
M. MARCOS DAVID RUBIO La parte inmortal de un poeta habita en sus versos, en las sensaciones que atrapó en sus libros y en lo que aprendieron sus lectores a través de su forma de atrapar la realidad. Para muchos, la de un poeta es mayor que la parte inmortal de cualquier otra persona, fuera cual fuera su oficio mientras vivió. Pero la parte mortal de un poeta, por muy lejos que haya llegado su obra (en el espacio o en el tiempo) descansa donde descansa la de casi todo el mundo, es decir, en un cementerio.
Sin embargo, hay cementerios y hay otro tipo de cementerios. En Roma («más que una ciudad un estado de ánimo», según el fotógrafo Robés) existe un cementerio 'acatólico', un espacio cargado de magia y misterio por muy diversos motivos: porque permanece en silencio a pesar de estar en pleno centro histórico, por ejemplo, o porque allí están enterrados artistas procedentes de todo el mundo, poetas y pintores que murieron lejos de su tierra y comparten la complicidad de un lugar lleno de estatuas, tumbas con nombres extranjeros y gatos.
Allí ambientó el poeta berciano Juan Carlos Mestre su libro 'La tumba de Keats'. Lo escribió mientras estuvo becado en Roma y se lo dedicó al poeta inglés John Keats, que es uno de los nombres ilustres que duerme en aquel cementerio. Con ese libro, editado por Hiperión, Mestre obtuvo el Premio Jaen de Poesía en 1999. También fue becado por la Academia de España en Roma otro artista nacido en Villafranca del Bierzo, el fotógrafo Robés, que en el año 2002 quiso poner imágenes a los versos de Mestre. Esta tarde (20 horas) presentan el resultado en la sala Provincia. La exposición de fotografías de Robés realizada a partir del libro de Mestre se pudo ver por primera vez en la sala de muestras del Instituto Cervantes de Roma, situada en la bulliciosa piazza Navonna. Obtuvo entonces muy buenas críticas y la editorial Lunwerg decidió publicar un lujoso libro en el que se combinan las obras de los dos artistas villafranquinos.
Ahora llega a León, a la sala de exposiciones del edificio Fierro, sede del Instituto Leonés de Cultura, esta muestra que nunca antes se había podido contemplar en España y que, en León, se podrá visitar hasta finales del mes de marzo.
«'La tumba de Keats' es un texto del que nadie puede gozar sin temblor, atraviesa sentimientos y pasiones, montañosas dudas y placenteros valles de certezas», afirmó ayer Robés durante la presentación de la muestra a los medios de comunicación.
El poeta romántico inglés John Keats murió en Roma de tuberculosis cuando tenía sólo 26 años. Su cuerpo descansa en el mencionado cementerio junto a personajes como Shelley, Antonio Gramsci o el hijo de Goethe. «Sólo los gatos saben sus secretos. Yo he querido formar parte de este cementerio, ser uno más. He visto un cementerio de vivos, de ideas y personalidades que perviven en el día de hoy. Ha sido un lugar lleno de vida, lleno de fuerza, con una energía inquietante que atrapa al que lo visita», escribe Robés. En realidad, los temas que se engloban tanto en el libro de Mestre como en las fotografías de Robés son tres: la poesía de Keats, la magia del cementerio en el que descansa su parte mortal y la intemporalidad de la Ciudad Eterna. No es el primer trabajo que el fotógrafo villafranquino ambienta en Roma, donde también encontró el escenario para una de sus series más interesantes: la titulada S.P.Q.R.
«Yo soy fotógrafo y mi operación de búsqueda consiste en aislar en el espacio y en el tiempo lo que normalmente se pierde y se mezcla en la infinidad de los detalles». Así resume Robés su trabajo. Afirma que del proyecto 'La tumba de Keats' le interesa especialmente la fusión: «Complementar diferentes artes entre sí enriquece la creación por la complejidad que ha generado cada una de ellas, fusionar estéticas a su vez abre nuevos caminos en la educación visual de las mismas».
Y concluye el fotógrafo en su discurso de presentación: «Esta es la historia de dos hombres que dejaron flores ante la tumba de un poeta que murió joven. Uno ha puesto las palabras que se diluyen en el límite de la prudencia, el otro ha levantado una planimetría sentimental del escenario. Ahora se alza el telón
LEON / EXPOSICION FOTOGRAFICA
La sala Provincia del Instituto Leonés de Cultura la inauguración de 'La tumba de Keats'
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M. MARCOS DAVID RUBIO La parte inmortal de un poeta habita en sus versos, en las sensaciones que atrapó en sus libros y en lo que aprendieron sus lectores a través de su forma de atrapar la realidad. Para muchos, la de un poeta es mayor que la parte inmortal de cualquier otra persona, fuera cual fuera su oficio mientras vivió. Pero la parte mortal de un poeta, por muy lejos que haya llegado su obra (en el espacio o en el tiempo) descansa donde descansa la de casi todo el mundo, es decir, en un cementerio.
Sin embargo, hay cementerios y hay otro tipo de cementerios. En Roma («más que una ciudad un estado de ánimo», según el fotógrafo Robés) existe un cementerio 'acatólico', un espacio cargado de magia y misterio por muy diversos motivos: porque permanece en silencio a pesar de estar en pleno centro histórico, por ejemplo, o porque allí están enterrados artistas procedentes de todo el mundo, poetas y pintores que murieron lejos de su tierra y comparten la complicidad de un lugar lleno de estatuas, tumbas con nombres extranjeros y gatos.
Allí ambientó el poeta berciano Juan Carlos Mestre su libro 'La tumba de Keats'. Lo escribió mientras estuvo becado en Roma y se lo dedicó al poeta inglés John Keats, que es uno de los nombres ilustres que duerme en aquel cementerio. Con ese libro, editado por Hiperión, Mestre obtuvo el Premio Jaen de Poesía en 1999. También fue becado por la Academia de España en Roma otro artista nacido en Villafranca del Bierzo, el fotógrafo Robés, que en el año 2002 quiso poner imágenes a los versos de Mestre. Esta tarde (20 horas) presentan el resultado en la sala Provincia. La exposición de fotografías de Robés realizada a partir del libro de Mestre se pudo ver por primera vez en la sala de muestras del Instituto Cervantes de Roma, situada en la bulliciosa piazza Navonna. Obtuvo entonces muy buenas críticas y la editorial Lunwerg decidió publicar un lujoso libro en el que se combinan las obras de los dos artistas villafranquinos.
Ahora llega a León, a la sala de exposiciones del edificio Fierro, sede del Instituto Leonés de Cultura, esta muestra que nunca antes se había podido contemplar en España y que, en León, se podrá visitar hasta finales del mes de marzo.
«'La tumba de Keats' es un texto del que nadie puede gozar sin temblor, atraviesa sentimientos y pasiones, montañosas dudas y placenteros valles de certezas», afirmó ayer Robés durante la presentación de la muestra a los medios de comunicación.
El poeta romántico inglés John Keats murió en Roma de tuberculosis cuando tenía sólo 26 años. Su cuerpo descansa en el mencionado cementerio junto a personajes como Shelley, Antonio Gramsci o el hijo de Goethe. «Sólo los gatos saben sus secretos. Yo he querido formar parte de este cementerio, ser uno más. He visto un cementerio de vivos, de ideas y personalidades que perviven en el día de hoy. Ha sido un lugar lleno de vida, lleno de fuerza, con una energía inquietante que atrapa al que lo visita», escribe Robés. En realidad, los temas que se engloban tanto en el libro de Mestre como en las fotografías de Robés son tres: la poesía de Keats, la magia del cementerio en el que descansa su parte mortal y la intemporalidad de la Ciudad Eterna. No es el primer trabajo que el fotógrafo villafranquino ambienta en Roma, donde también encontró el escenario para una de sus series más interesantes: la titulada S.P.Q.R.
«Yo soy fotógrafo y mi operación de búsqueda consiste en aislar en el espacio y en el tiempo lo que normalmente se pierde y se mezcla en la infinidad de los detalles». Así resume Robés su trabajo. Afirma que del proyecto 'La tumba de Keats' le interesa especialmente la fusión: «Complementar diferentes artes entre sí enriquece la creación por la complejidad que ha generado cada una de ellas, fusionar estéticas a su vez abre nuevos caminos en la educación visual de las mismas».
Y concluye el fotógrafo en su discurso de presentación: «Esta es la historia de dos hombres que dejaron flores ante la tumba de un poeta que murió joven. Uno ha puesto las palabras que se diluyen en el límite de la prudencia, el otro ha levantado una planimetría sentimental del escenario. Ahora se alza el telón
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