La antología titulada 'Si vuelvo atrás los ojos aún recuerdo' homenajea al poeta berciano Antonio González Guerrero
Un jovencísimo González Guerrero observa cómo le firma un libro Vicente Aleixandre.
FULGENCIO FERNANDEZ LEON.
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— «Quiero ahora recordar, conmovido, cómo en nuestra última reunión como jurado del Premio Eugenio de Nora, en julio de 2004, fue cuando se planteó la idea (urgente, dado su estado de salud), de la recopilación antológica que hoy tenemos entre manos. Antonio, que era el primero consciente del riesgo amenazante que corría, planteó la necesidad de obrar rápido, con la ilusión de llegar a ver el libro editado: por eso nadie mejor que Luis Artigue, que tan bien conocía su obra, podía trabajar en ello. No pudo ser, la fatalidad corrió más deprisa que el antólogo y los editores». Son palabras de Eugenio de Nora en el prólogo para explicar la génesis del libro titulado 'Si vuelvo atrás los ojos aún recuerdo (antología)' que rinde así homenaje póstumo al ya fallecido literato Antonio González Guerrero, una vida marcada por una pasión, la poesía. Han realizado la edición el ya citado Luis Artigue y Gonzalo González Laiz.
El también poeta Eugenio de Nora afirma en estas palabras de introducción que «Antonio era el hombre sin tacha o la encarnación insuperable de la amistad, del ideal absoluto de la amistad».
Artigue y Laiz recorren la biografía y la obra del escritor nacido en 1954 en Corullón en un estudio que han titulado 'Origen, identidad y aspiración en la poesía de Antonio González Guerrero'. Afirman en las primeras líneas que «es una de las voces poéticas más inquietantes y estimulantes de la segunda mitad del siglo XX. (...) Creemos que se encuentra efectivamente cerca de lo que María Zambrano denominó 'la razón poética', toda una navegación personal por ese mar que une y separa a la filosofía y a la poesía. Por eso su quehacer literario ha venido marcado por la búsqueda de respuestas a las preguntas primordiales que son la base del pensamiento filosófico».
Sobre la primera parte de su estudio, el origen, los antólogos señalan: «González Guerrero investiga, renace y profundiza al mostrarnos sus raíces celtas mitificadas al paso de otros poetas de su generación y, en realidad, de acuerdo con todos los creadores ambiciosos que nos han legado sus inquietudes al mirar atrás y recontar sus propias huellas». Una afirmación que en el caso de González Guerrero tiene un nombre propio, El Bierzo. «Esta comarca atraviesa su poética desde sus inicios hasta nuestros días. Pero no es un Bierzo nostálgico o realista, sino que se nos revela como un entorno mítico», lo que define en un verso: «Los hombres sin raíces tienen el vuelo corto, como un gallo». De hecho, cuando piensa en un final que él conocía, vuelve al origen. «Pero me quedas tú, con tu desdén de siglos, y octubre, en Corullón, con su guadaña».
El segundo apartado, la identidad, viene a ser la respuesta a la vieja pregunta de '¿quiénes somos?'. «Este actual trovador, casi goliardo, concluye que por un lado nos define el Origen, pero por otro somos formación, transformación. Su poesía invita a un intenso filandón».
Al viajar por la poesía de González Guerrero nos encontramos con actos de extrema desnudez, «fluyen valientemente aspectos que hoy se han convertido en poéticos signos distintivos (sobredosis, licores, encuentros poliédricos, noches de neón, Malasaña, Carabanchel...) que delimitan su mundo; nuestro mundo. La música, las adicciones postmodernas y los amores efímeros atraviesan su poesía y, literariamente, invitan a redifinir toda Identidad».
También esta faceta suya queda definida en un verso, recogido en la propia antología ahora publicada: «La cosa es muy sencilla: solamente / se trata de vivir con cierto anhelo / y un gramo de honradez. No se precisa / más equipaje ni más peso / que la propia verdad».
Gran capacidad de emoción
Antonio González Guerrero publicó más de una docena de libros, fundamentalmente de poesía, y ganador de numerosos premios por toda la geografía española. Entre sus poemarios más destacados habría que señalar títulos como 'El peso de mi sombra', 'No le pongas grilletes a la aurora', 'Bajo la agria luz de los cerezos' o 'Pentagrama de junio' o 'Recurso a la memoria', con esta obra ganó el premio Bahía de poesía, un galardón que le fue otorgado, según el jurado, por la «frescura de su discurso en el que sin menoscabo de la tradición explora el poeta nuevos ámbitos expresivos, evidenciando en todo momento un espléndido dominio de la técnica y una enorme capacidad de emoción». Antonio González Guerrero fue durante años profesor de Francés en Madrid, donde residió. Su última presencia en las librerías fue 'Catulo en Malasaña', libro con el que había sido finalista en el premio Loewe del año 2000. Era académico de la de Castilla y León de la Poesía.
miércoles, enero 18, 2006
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